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LA HUMILDAD PRECEDE A LA AUTORIDAD.


Jesús Suárez – Ministro de Culto Amirfup

Foto gratuita Wirestock

En contraste con la dignidad y la honra que implica ser militar, se presenta un reto mayor
cuando además se es cristiano, ya que como hijo de Dios, que recibió a Jesús y cree en su
nombre (Juan 1:12), debe andar como Jesús anduvo (1 juan 2.6) y servir a los demás como él lo
hizo (Mateo 20:28). De acuerdo con Enlow, el servicio en el gobierno de las naciones, del cual
forman parte las Fuerzas Militares, es uno de los ámbitos espirituales en los cuales el cristiano
deben ser protagonista. Pero, para que cumpla el propósito de Dios en esa misión debe
caracterizarse por la humildad y ejercer la autoridad espiritual que solo puede ser delegada por
Dios. Así mismo, la armonía entre estas dos características es la única garantía para vencer la
corrupción, la cual se manifiesta por la falta de integridad, virtud o moralidad que se consuma a
partir de la aspiración malvada de los seres humanos a ocupar un lugar de autoridad que no le
corresponde (2008, pp. 60–61) . Este es un aspecto muy importante al momento de ejercer la
autoridad en los gobiernos, ya que este deseo pecaminoso, que persiste en aquellos que no se

sujetan a la autoridad de Dios, es el mismo que motivó a Satanás a anhelar en su corazón subir
al cielo, levantar su trono y ser semejante a Dios (Isaías 14:13-14).
Con respecto a la autoridad militar, que se encuentra definida por el rango que tiene la
persona y es delegada por el gobierno a quienes siguen la profesión de las armas, se define
como aquella que le da poder a un superior para mandar sobre un grupo de subalternos y
administrar recursos públicos para cumplir con una misión oficial. Este tipo de relación entre
superiores y subalternos puede limitarse al ámbito laboral, pero el liderazgo se fundamenta en la
capacidad de influir en las personas. Por lo tanto, será inevitable que la relación trascienda al
ámbito personal para que la confianza fortalezca la unidad de cuerpo, que es indispensable para
enfrentar los desafíos para la seguridad y la defensa de la nación, el territorio y el orden
constitucional, como lo establece la Constitución Política de Colombia (CPC, 1991, arts. 2 y
217) .
No obstante, el cristiano tiene que estar dispuesto a servir en las Fuerzas Militares desde
su fe. No se trata de romper con el orden jerárquico ni con la disciplina militar, sino que el hijo de
Dios tiene que humillarse, como ser humano igual a los otros, sin desechar a nadie ni hacer
acepciones por motivo de su jerarquía. Un ejemplo de esto se encuentra en la vida de Josué,
quien con actitud humilde sirvió a Moisés, se constituyó en el líder militar para enfrentar las
amenazas en el desierto y se convirtió en sucesor de Moisés para dirigir la campaña que
conquistó la tierra que Dios les había prometido. La humildad de Josué ante Dios fue el pilar de
su autoridad hasta el último día de su vida, ya que una vez cumplió la misión militar afirmó: “pero
yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24.15 RVR 1960) dando libertad al pueblo para que
decidieran a quien servirían de allí en adelante. Como consecuencia, el ejemplo de Josué motivó
a que el pueblo decidiera servir a su Dios, legitimando la autoridad de Josué como muestra de la
honra que recibió en aquel entonces, cumpliéndose el proverbio que dice: “El temor de Jehová
es enseñanza de sabiduría, y a la honra precede la humildad” (Proverbios 15.33 RVR 1960).
Por otro lado, la autoridad espiritual es aquella que Dios delega. El modelo fiel de esta
autoridad es la que Jesús demostró a través de su ministerio como hombre. Es así como en el
evangelio de Mateo se registra que el señor Jesucristo afirmó de sí mismo que toda potestad le
fue dada en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18), no solo para perdonar pecados y sanar
enfermos, sino que los espíritus también se sujetan a su autoridad. Por ejemplo, en una
sinagoga de Capernaum se encontraba un hombre con un espíritu inmundo al cual Jesús le
ordenó callarse y salir. Al instante, aquel espíritu salió del hombre y fue libre. Esto fue notorio y
quienes presenciaron esta liberación se preguntaron “¿Qué nueva doctrina es esta, que con
autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?” (Marcos 1:27 RVR 1960). Ahora
bien, Jesucristo también dio autoridad espiritual a sus discípulos sobre los poderes del enemigo,
pero les dijo que no se alegraran cuando los espíritus malignos les obedecieran, sino que debían
alegrarse porque sus nombres estén escritos en el cielo (Lucas 10:19-21).

Sin embargo, para ejercer este tipo de autoridad espiritual es necesario que el cristiano se
sujete a la autoridad de Dios y le obedezca según su voluntad. En su libro Autoridad Espiritual,
el escritor cristiano chino Watchman Nee declaró que “solo después de conocer la autoridad de
Dios y aprender la obediencia podremos guiar a los hijos de Dios por la senda recta” (1978, p.
18) . También, explicó que quienes han tenido esta experiencia y aprenden a estar bajo la
autoridad de Dios, se estimarán como nada aunque Dios le haya confiado mucho (p. 26) , y que
la autoridad espiritual solo puede ser ejercida por delegación que Dios hace a sus hijos, aquellos
que recibieron a Jesús y creen en su nombre (Juan 1:12), en quienes se manifiesta la
obediencia porque han conocido la autoridad. Ellos son reconocidos porque donde quiera que
vayan buscan y hayan la autoridad; son mansos, tiernos y apacibles; no quieren ni anhelan
ocupar cargos de autoridad; son prudentes y cuidadosos con lo que hablan; e identifican
fácilmente los actos de anarquía y rebelión en su entorno (Nee, 1978, pp. 114–115) . Para esto,
es necesario que el cristiano hijo de Dios practique permanentemente la oración, como medio
para intervenir en el mundo espiritual y el estudio de la Biblia, conocer al Dios verdadero, crecer
en la fe y renovar el pensamiento para comprender la voluntad de Dios agradable y perfecta
(Romanos 12:2).
Al respecto, el apóstol Pablo explica que la lucha del cristiano no es contra sangre y carne,
sino “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este
siglo, [y] contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Para
salir victorioso, es necesario que use la armadura de Dios que se compone de la verdad, la
justicia, el evangelio de la paz, la fe, la salvación y la palabra de Dios, “orando en todo tiempo
con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6:12-17 RVR 1960). De acuerdo con Elow, en
el ámbito gubernamental esta lucha espiritual solo puede ser librada de forma efectiva por los
verdaderos apóstoles, a quienes define como aquellos llamados y ungidos para tal fin, no por su
carisma, dinero, relaciones, personalidad y otra capacidad natural, sino por la “autoridad celestial
otorgada para un llamado específico (aunada a una respuesta obediente a dicho llamado) que
nace de una intimidad profunda con Dios” (2008, p. 63) .
En conclusión, aunque toda autoridad ha sido establecida por Dios (Romanos 13:1), no es
posible tener una posición de autoridad en el reino de Dios por el simple hecho de tener un
rango militar. Por lo tanto, la actitud humilde del cristiano debe fundamentarse en un concepto
acertado de sí mismo, el cual se construye con cordura, “conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno” (Romanos 12.3 RVR 1960). Además, para poder ejercer la autoridad
espiritual que Dios le delega al militar cristiano, tendrá que obedecer y sujetarse no solo a la
autoridad de Dios, sino a todas las autoridades que por él han sido establecidas. De esta
manera, podrá cumplir con su servicio militar, al tiempo que atiende el llamado que Dios le ha
hecho, inclusive después de cumplido el tiempo de su servicio activo, para que disfrute de las
riquezas, la honra y la vida que son la recompensa de la humildad y del Temor de Jehová
(Proverbios 22.4).

Referencias
Constitución Política de Colombia, (1991).
Enlow, J. (2008). La profecía de los siete montes. Casa Creación.
Nee, W. (1978). Autoridad Espiritual. Editorial Vida.

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